LA CRISIS CAPITALISTA Y LOS SINDICATOS
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Dos teorías sobre la crisis capitalista - Moctezuma Escobedo - segunda parte

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Dos teorías sobre la crisis capitalista  - Moctezuma Escobedo - segunda parte Empty Dos teorías sobre la crisis capitalista - Moctezuma Escobedo - segunda parte

Mensaje  camilo mayta solis Dom Mar 06, 2011 11:00 pm

El bolchevismo no fue indemne a que en su seno se incubara el revisionismo y encarnara en la persona de Bujarin, personaje que hace suyas en lo sustancial las tesis de los subconsumistas, de ese modo critica a Luxemburgo, pero desde las mismas posiciones subconsumistas. Por poco que conozcamos la obra de Bujarin nos damos inmediatamente cuenta de las posiciones ideológicas contradictorias que sustentaba, “sin aportar nada significativo al marxismo su fama se debe más a la labor propagandística de los anticomunistas que al merito intrínseco de sus estudios” en su folleto de divulgación el ABC del comunismo Bujarin toca los extremos de la vulgarización del marxismo, donde al escribir sobre las crisis dice ““¿Qué son las crisis? He aquí cómo se desenvuelve el proceso éste. Un buen día resulta que se han producido algunas mercancías en cantidad excesiva. Los precios bajan y, sin embargo, no se encuentra quien las compre. Todos los almacenes se abarrotan. Gran cantidad de obreros son reducidos a unas condiciones de miseria en las que no pueden comprar lo poco que consumían en otros tiempos. Entonces comienzan las catástrofes”. (ibid, p.p. 46). La exposición no puede ser más vulgar y carente de rigor teórico, aunque se pretenda justificar por su carácter divulgativo. Contradictorio como fue Bujarin, no obstante, su fe subconsumistas no le impidió al mismo tiempo seguir las tesis de Hilferding. Dos puntos nodales en las concepciones económicas de Bujarin los constituyen los referentes a la exportación de capitales y la presunta determinación que el capital financiero ejerce sobre el capital industrial. Respecto a la exportación de capital fuera de las metrópolis capitalistas, sostenía que esta era estimulada por las altas cuotas de ganancia vigentes en las regiones de relativo atraso capitalista como resultado de la baja composición orgánica de capital que ahí existía, pero no explica la exportación de capitales de unos países avanzados a otros, donde las expectativas de beneficio empresarial son las mismas. En cuanto a que el capital financiero manda sobre el capital industrial, esta tesis es contraria a la sostenida por Marx quien en ese tenor dice. “Cuando la producción capitalista se desarrolla plenamente y pasa a ser el régimen fundamental de producción, el capital usurario se somete al capital industrial y el capital comercial se convierte en una modalidad de éste, en una forma derivada del proceso de circulación. Más para ello, ambos tienen que rendirse y supeditarse previamente al capital industrial”. (ibid, p.p. 49). En cuanto al derrumbe del capitalismo, “Bujarin se manifiesta contrario y critica en este aspecto a Rosa Luxemburgo por su “determinismo económico” considera que el futuro del capitalismo sólo depende de la “relación de fuerzas sociales en lucha y nada más” Su exposición es, por tanto, notablemente peor que la de Kautsky: al menos éste aludía a un factor “objetivo” paralelo al subjetivo, mientras que Bujarin únicamente expone este último. La revolución vuelve a convertirse en un imperativo categórico kantiano, en una cuestión meramente ética”. (ibid, p.p. 51).
Sin duda fue Lenin quien combatió a los revisionistas en todos los frentes, supo defender al marxismo e hizo aportaciones importantes a la teoría revolucionaria. Siendo muy joven aun, Lenin, fue sin embargo, uno de los primeros en polemizar con los populistas rusos desde la perspectiva del marxismo, especialmente polemizó con los representantes más conspicuos del “marxismo legal”, que en Rusia eran encabezados Baranovski, Bulgakov y Struve. Esta polémica se prolongo durante algún tiempo, pero después de la publicación de la obra de Lenin “El desarrollo del capitalismo en Rusia”, Lenin traslado el debate al interior de la socialdemocracia rusa específicamente en contra de los mencheviques y después en contra de la socialdemocracia revisionista europea. La obra de Lenin obviamente no se ha visto libre de tergiversaciones por parte de los revisionistas contemporáneos quienes han intentado “demostrar”, que Lenin estaba, tanto en contra de la teoría del derrumbe de Marx, como contra las crisis de superproducción como causa objetiva que aproximaba ese derrumbe, dado que para Lenin – según los revisionistas contemporáneos como Umberto Cerroni - el proceso revolucionario era sobre todo un fenómeno exclusivamente subjetivo. “el capitalismo será derribado por la creciente conciencia y organización del proletariado”, es esta perspectiva subjetivista la que Cerroni le atribuye a Lenin, en ese mismo orden de ideas le imputa a Lenin la tesis de que “la crisis económica es <<un aspecto más>> de la crisis social, en la que inciden factores jurídicos, políticos y, cómo no, morales, porque Marx no tenía una noción tan mecanicista de la crisis capitalista, sino que la subjetividad desempeña un papel de primer orden”. (ibid, p.p. 53). Esta falsificación de Cerroni se riñe con lo que Lenin hizo a lo largo de toda su obra, aprender del marxismo, desarrollarlo y defenderlo de sus detractores, por eso contra lo que dice Cerroni de él, Lenin defendió abiertamente las ideas económicas de Marx y, en cuanto a la ley del derrumbe y en contra no sólo de Bernstein sino también de Kautsky, escribió: “El capitalismo marcha hacia la bancarrota, tanto en el sentido de las crisis políticas y económicas aisladas como en el del completo hundimiento de todo el régimen capitalista” (ibid, p.p. 53). En lo que se refiere a las crisis de superproducción, Lenin cuestiono duramente las tesis de Sismondi fundadas en el subconsumo para explicar la causa de estas crisis, al respecto escribió “el subconsumo existió en los regímenes económicos más diversos, mientras que las crisis constituyen el rasgo distintivo de un sólo régimen: el capitalismo”. (ibid, p.p. 56). Esta posición de Lenin señala evidentemente su rechazo a ubicar las causas de la crisis de superproducción en la esfera de la circulación, para él la superproducción se gesta en el epicentro del modo de producción capitalista “en la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre el carácter socializado de las primeras y el privatizado de las segundas”. Sin desconocer la contradicción entre la producción y el consumo, no situó esta contradicción en el mismo nivel que la otra, puesto que la contradicción entre oferta y demanda no puede explicar por si sola la crisis y mucho menos esta contradicción puede significar que el capitalismo sea imposible. Más aun cuando Marx se refiere a la interrelación entre la oferta y la demanda, o lo que es lo mismo, entre la producción y el consumo, no les confiere el rango de ley, sino simplemente hace alusión a ella como el juego de la oferta y la demanda. “por ello la contradicción entre la producción y el consumo no está al mismo nivel que la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción: la primera es una contradicción secundaria frente a la segunda, que es la principal; esta última es una contradicción antagónica que conduce al desmoronamiento del capitalismo, mientras que la primera puede controlarse, de modo que toda producción se realice íntegramente en el mercado”.
(ibid, p.p. 56). El desacierto de los románticos y de los revisionistas en cuanto a la teoría del subconsumo, se deriva del hecho de que desde Sismondi no corrigieron el error de Smith que dividía el fruto de la producción en capital variable y en plusvalía, y que son, en efecto, los elementos que se crean en el proceso directo de producción y constituyen el nuevo valor creado, pero toman a la plusvalía solo en su carácter de renta, es decir , para ser consumida improductivamente, dejando de lado que la mayor parte de la plusvalía obtenida se destina al consumo productivo, a la adquisición de los elementos que integran el capital constante, por tanto, hacen omisión, de que es justamente el mercado de capital constante, o sea, el mercado de medios de producción el que va adquiriendo con el desarrollo de la producción capitalista una importancia mayor. De esta omisión dimana “la concepción subconsumista de considerar al capitalismo como un mecanismo económico volcado en el consumo improductivo y, por ende, todas las teorías del subconsumo. Es justamente este mercado de capital constante, de medios de producción, el que va adquiriendo con el desarrollo del capitalismo una importancia mayor, frente al consumo improductivo.”(ibid, p.p.57). Por otra parte, si en el capitalismo no se diese el subconsumo, no sería posible la acumulación, y el sistema caería en una inercia suicida, se vería desprovisto del principio activo que lo impulsa; acumular capital con fines de valorizarlo, y para lograr esto, se ve forzado a incrementar el capital variable en términos absolutos, aunque este disminuya relativamente con respecto al incremento del capital constante. Este incremento absoluto del capital variable le obliga a desarrollar el sector dedicado a la producción de bienes de consumo inmediato, como una forma de abaratar los productos que entran en el consumo de la clase obrera, y este abaratamiento obviamente contribuye a reducir los salarios. “Esta es la clave para analizar la cuestión de la pauperización de la clase obrera: el sector dedicado a la fabricación de medios de producción crece más rápidamente que el dedicado a fabricar bienes de consumo, pero no significa que éste no crezca en absoluto”. (ibid, p.p. 58). Lenin también descalifica la participación de “terceros”, y el auxilio del mercado exterior como presuntas condiciones para la viabilidad del capitalismo, condiciones requeridas tanto por los populistas rusos como por Luxemburgo, y sin las cuales según ellos, perecería por la incapacidad de realizar la plusvalía.
Sobre Eugene Varga y los nuevos revisionistas, entre los cuales ocupan un lugar destacado los autores de los manuales soviéticos de economía, uno de ellos nuestro conocido Nikitin, que ya vimos brevemente como se las gastaba, “se limitaran a una tarea puramente descriptiva de los fenómenos más superficiales del capitalismo contemporáneo. Parecen dar a entender que en Economía Política todo ya estaba escrito y que únicamente quedaba actualizar estadísticamente los estudios de Marx y Lenin. Se trataba de una cómoda “puesta al día” de los viejos textos con los nuevos datos”. (ibid, p.p. 61). Pero Varga, a diferencia de los soviéticos conserva retazos de la teoría del derrumbe, más no aduce razones objetivas que apoyen el colapso capitalista, desatiende el papel que desempeña la crisis de superproducción en la debacle del capitalismo, “Por lo demás, la teoría de Varga y los soviéticos sobre las crisis no es otra que la vieja teoría revisionista del subconsumo”. (ibid, p.p.63). Como queda visto a lo largo del presente texto, se ha dado, con el transcurrir del tiempo, una saturada divulgación de las ideas subconsumistas que éstas “han enraizado como la mala hierba entre el pensamiento marxista, de modo que no hay tampoco línea política de partido revisionista que no proponga como receta la elevación de los salarios y el estímulo de la demanda, para salir de la crisis de superproducción, ni que deje de denunciar su llamativo contraste con el “despilfarro económico” que el capitalismo desata. Sin embargo, la realidad va por otro rumbo y no hay crisis que no se salde con un fuerte descenso de los salarios y de la demanda de consumo como vía de escape. Los subconsumistas siguen también sin explicarnos la superproducción de capital-dinero, es decir, de la ganancia ya realizada”. (ibid, p.p. 64). Llegado aquí, es necesario reiterar que “Las teorías, viejas y modernas, del subconsumo no pueden aportar nada al análisis de la crisis del capitalismo. La superproducción no es la causa de la crisis sino su consecuencia y no es una superproducción compuesta principalmente de bienes de consumo sino una superproducción de capitales, bien en su forma de mercancías, bien en su forma de capital-dinero. Su origen está en la insuficiente valorización de capital”. (ibid, p.p. 65 ). En lo tocante a la superproducción de capital, que los soviéticos admiten como una superproducción relativa, “la superproducción de mercancías que da lugar a la crisis no es absoluta, sino relativa” –alega Nikitin- y por eso, no aluden a la superproducción absoluta, mientras que Varga pone en boca de Marx, que la acumulación significa “una superproducción relativa continua”. Por principio, debemos poner en claro, que la superproducción de capital, es a la vez superproducción de mercancías en forma de medios de producción y también en forma de medios de subsistencia, y esta superproducción no es propia del capitalismo en su fase monopolista, esta superproducción data cuando menos de 1825, año en que se registra(como ya vimos) la primera crisis capitalista, y también, cuando se habla de superproducción de capital es incorrecto circunscribirla a la forma de capital monetario, crediticio, bursátil o accionario. Si los soviéticos sólo admiten una superproducción relativa y Varga reconoce una “superproducción relativa continua”, los economistas del Partido Comunista Francés, asumen una posición intermedia e intentan hacer una distinción entre superproducción absoluta y superproducción relativa de la siguiente manera, “Denominan superproducción absoluta de capital cuando una cantidad suplementaria de capital no rinde ningún beneficio adicional al ya existente, mientras que la califican de relativa cuando el capital suplementario no alcanza a obtener la cuota media de ganancia”. (ibid, p.p. 66). Este planteamiento tampoco es correcto, aunque quepa disculparlo en el contexto en el que los autores de este estudio lo plantean, al tomar en consideración dos factores muy concretos que nosotros hemos dejado de lado, a saber, por una lado, la intervención del Estado en la economía y el funcionamiento de las empresas públicas, la mayor parte de las cuales operan con pérdidas o con beneficios por debajo de la cuota media de ganancia y, por el otro, determinados pequeños negocios de tipo familiar que operan por debajo de los márgenes de beneficio corrientes, constituyendo bolsas de desempleo encubiertas. Como vimos al principio del texto, la cuota de ganancia muestra una tendencia decreciente conforme se desarrolla la producción capitalista, pero eso no obsta para que las mismas causas que provocan su descenso tendencial, sean las mismas que contrarrestan su caída libre, luego entonces, la cuota de ganancia que a largo plazo desciende irreversiblemente, no por ello debe considerársele como estática o fija o de plano en franco descenso permanente, sino que está sujeta a continuas oscilaciones a bajas , pero también a alzas transitorias, por ese motivo, “ La superproducción relativa no alcanza a explicarnos cómo es posible que se produzca exportación de capitales entre países con similares cuotas de ganancia, entre las mismas potencias imperialistas Lo que le interesa al capitalista no es tanto un número abstracto, un mero índice, la cuota general, sino la masa total de beneficio en relación con el capital acumulado: para Marx el flujo de capital o su acumulación se desarrollan en proporción al peso que ya tiene y no en proporción a la cuantía de la cuota de ganancia, el capitalista se preocupa justamente cuando la masa, y no la cuota, empieza también a descender”). (ibid, p.p. 66). Podemos decir, pues, que no existe la superproducción relativa de capital, aunque los soviéticos insistan en mencionar que fue Lenin, el que supuestamente subrayo la relatividad de la superproducción de capital, porque si bien, es cierto, que a la larga la cuota de ganancia desciende, no menos cierto es, que la masa de ganancia aumenta.
La tesis sobre la sobreproducción absoluta de capital, tienen en Henryk Grossman a uno de sus más destacados exponentes. Después de la muerte de Lenin, el economicista polaco, ha sido, apoyándose en la obra económica de Marx quien ha hecho la contribución más importante al materialismo histórico. De los intelectuales polacos de la entreguerras, es el único que no sólo no se apoya en Luxemburgo, sino que la critica certeramente y, con ella a todas las teorías subconsumistas. Las aportaciones de Grossman, son precisamente aportaciones porque “no se limitan a repetir lo ya descrito por Marx sino que subraya determinados aspectos descuidados por algunos continuadores, tales como el valor de uso, el consumo improductivo de los capitalistas, etc. (ibid, p.p. 68). Para Grossman el capitalismo no es un sistema de producción de valores de uso, de satisfacción de necesidades, al modo como lo conciben los subconsumistas, sino de valorización, de creación de valor de cambio y de plusvalía. Para él, como para Marx, “la producción está dominada por las necesidades de valorización, de acumulación, no por la demanda de los consumidores. La unidad dialéctica del proceso de producción y el proceso de valorización es la expresión económica de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El capital desarrolla las fuerzas productivas para crear plusvalía, para incrementar su volumen, para acumular, lo que incrementa la composición orgánica de capital; los medios de producción crecen por encima de quien tiene que valorizarlos, que es la fuerza de trabajo. El capital experimenta entonces el efecto de dos tendencias contradictoras: una a reducir el capital variable y otra a aumentar la plusvalía”. (ibid, p.p. 69). Pero la tendencia que se impone es la de reducir el capital variable, y con ello se da al traste el incremento de la plusvalía, es el momento mismo en que la crisis se perfila como inevitable, en vista de que es el desarrollo de las fuerzas productivas es que impone la tendencia a reducir el capital variable, esto se traduce, en que con una cada vez menor masa de trabajo vivo se pretenda valorizar una cada vez más creciente masa de capital constante, la desproporción entre el crecimiento del volumen del capital muerto y la masa de trabajo vivo que lo resucita a la vida, anula la auto valorización del capital acumulado en vez incrementarla, “La crisis fundamental del capitalismo deriva entonces, no del pauperismo de las masas obreras, ni de la insuficiente demanda, ni del consumo reducido, sino de la insuficiente valorización o, lo que es lo mismo, de la sobre acumulación ,de la plétora de capital”. (ibid, p.p.69). Como lo decíamos más arriba “las mismas causas que generan la prosperidad, conducen a la depresión, porque el desarrollo de las fuerzas productivas reduce la fuente de la plusvalía, que no es otra que el trabajo productivo y obstaculiza la valorización y acumulación del capital. Es la expresión concreta y directa de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre una producción socializada y una apropiación privada, entre la producción de valor de cambio y la producción de valor de uso. Las posibilidades de producción son ilimitadas porque están ampliamente socializadas; las posibilidades de valorización están limitadas por la propiedad privada sobre los medios de producción. En consecuencia, Grossman defiende tenazmente la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia y critica a los subconsumistas y sus tentativas de hacer depender la producción de los niveles de la demanda y del consumo. Según Grossman, la producción es la variable independiente y las magnitudes de la circulación dependen de ella. El capitalismo se derrumba por sus propias contradicciones internas”. (ibid, p.p. 69). Sobre la ley del derrumbe, para Grossman, esta es la ley que sostiene y domina todo el edificio teórico de Marx, le confiere carácter de necesidad absoluta, dado que brota de la esencia misma del capitalismo, “ En oposición a todos los revisionistas, Grossman fue el más ardiente defensor de la teoría del derrumbe que, en su exposición, no tiene ninguna sombra de mecanicismo ni automatismo ni catastrofismo: el derrumbe aparece en medio de contradicciones cíclicas periódicas y no de manera continua”. (ibid, p.p. 69). Según este economista polaco, la clave no está en preguntar si el capitalismo se hundirá alguna vez sino en saber por qué hasta la fecha no se ha hundido (137). Para solventar este interrogante, pasa a analizar detalladamente todas y cada una de las “contra tendencias” al derrumbe, tanto las que ya señaló Marx, como otras que él toma en consideración, siempre sobre la base de que esas “contra tendencias” son secundarias y no pueden impedir el curso de la tendencia dominante hacia el derrumbe. Acusado de mecanicista, catastrofista, determinista y espontaneísta, Grossman escribe: “El capitalismo puede ser abatido sólo a través de la lucha de clase de la clase obrera. Pero lo que yo quería demostrar es que la lucha de clase no es suficiente por sí misma. No es suficiente la voluntad de abatirlo (...) Como marxista dialéctico es obvio que las dos caras del proceso, los elementos objetivos y los subjetivos tienen un influjo recíproco entre sí. No se puede 'esperar' a que se den primero las condiciones 'objetivas' para después, y sólo entonces, dejar actuar a las condiciones 'subjetivas'. Sería una concepción mecánica, insuficiente, con la que no estoy de acuerdo (..) Mi teoría del derrumbe no trata de excluir esta intervención activa, sino que se propone más bien demostrar en qué condiciones puede surgir y surge de hecho una situación revolucionara de este tipo, en forma objetiva”. (ibid, p.p.70). Finalmente, Grossman se enfrenta a la teoría del “súper imperialismo” de Kautsky y a la idea de una corporación única de Hilferding, capaz de englobar y gestionar un capitalismo “organizado” y sin crisis, mediante una idea muy sencilla: el capitalismo no existe sin valor de cambio y éste, a su vez, exige una multiplicidad de productores independientes que intercambian sus mercancías, de modo que si esos productores independientes fueran engullidos por un gigantesco monopo1io, desaparecería el valor de cambio y el capitalismo, lo que resulta absurdo imaginar siquiera. “Una economía capitalista no puede ser regulada y una economía regulada no es capitalista”.
Durante la década de los 30, y en polémica con Grossman, la también economista polaca Natalie Moszkowska elabora la versión contemporánea del subconsumo, en la que elimina las incongruencias de los revisionistas y propone un planteamiento diferente para llegar al mismo resultado. En última instancia, la exposición de Moszkowska está fundada en la de Luxemburgo, aunque no llega a sus mismas conclusiones. Por su elaboración contemporánea de las nuevas tesis subconsumistas Moszkowska, ha tenido gran influencia en economistas como Sweezy, Baran y Dobb, quienes se convertirán después de la II posguerra mundial en los principales referentes del reformismo de izquierdas, “Este proceso es el que ha hecho de las tesis del subconsumo un lugar común entre la literatura económica que pasa por “marxista”, no por más repetida menos errónea”. (ibid, pp. 77). Moszkowska y luego Sweezy y Baran, con el propósito –según ellos- de depurar el pensamiento económico marxista de “incongruencias e incoherencias”, en vista de que Marx acreció de suficiente tiempo para sistematizar sus ideas, se permitieron entrar a chaleco en los conceptos básicos de la economía política, tal y como Marx los definió. Así para ellos el concepto de composición orgánica de capital no es el mismo que el de Marx. Pero sobre todo para Moszkowska la ley de la cuota decreciente de ganancia es falsa. “Fue así como ella, por primera vez, combate una ley que, hasta entonces, ni siquiera los revisionistas se habían atrevido a poner en cuestión: la ley más importante de toda la Economía Política, según Marx y, sin embargo la que “ha inspirado siempre gran pavor a los economistas”. (ibid, p.p. 78). Partiendo de Moszkowska, muchas de las críticas de los revisionistas se apoyan en que no hay que tomarse la ley como una férrea norma inexorable, porque el mismo Marx dijo que sólo se trataba de una tendencia y, en consecuencia, podía verse contrarrestada por tendencias de signo opuesto que él mismo reconoció. Sin embargo, Marx fue muy claro y en repetidas ocasiones expuso como concebía él las leyes del capitalismo y además como funcionaban éstas. En realidad todas las leyes funcionan como tendencias, por eso escribió: “En toda la producción capitalista ocurre lo mismo: la ley general sólo se impone como una tendencia predominante de un modo muy complicado y aproximativo, como una media jamás susceptible de ser fijada entre perpetuas fluctuaciones…En el Prólogo a la primera edición de “El capital”, Marx expuso su deseo de describir fielmente las leyes por las que se mueve el sistema capitalista: “Lo que de por sí nos interesa aquí no es precisamente el grado más o menos alto de desarrollo de las contradicciones sociales que brotan de las leyes naturales de la producción capitalista. Nos interesan más bien estas leyes de por sí, estas tendencias, que actúan y se imponen con férrea necesidad…Y también escribía a Kugelman en esa misma línea de pensamiento: “Las leyes naturales jamás pueden suprimirse. Lo único que puede variar en situaciones históricas distintas es la forma en que esas leyes se abren paso”. (ibid, p.p. 80). Como puede apreciarse fácilmente, Marx no podía ser más contundente en sus explicaciones sobre el conocimiento profundo que sobre las leyes del capitalismo tenía. La ley de decrecimiento la cuota de ganancia es una consecuencia ineludible de la ley del valor y tiene la misma vigencia que ésta: si la ley del valor describe el funcionamiento de los precios, la ley del decrecimiento de la cuota de ganancia describe el movimiento de los capitales y sus crisis. Otra de las críticas a la ley e la cuota decreciente de ganancia según Moszkowska y Sweezy consiste en que Con el desarrollo de las fuerzas productivas aumenta la composición orgánica del capital y también aumenta la cuota de plusvalía, dado que la importancia cuantitativa del capital variable desciende, por lo que no puede decirse con seguridad si aumentará o disminuirá la cuota de ganancia. Este argumento de Moszkowska y Sweezy es insostenible porque mientras la composición orgánica de capital puede crecer ilimitadamente, la cuota de plusvalía está limitada y no puede ser mayor que el valor añadido en la producción, es decir, la renta bruta. Puede decirse que, en el caso límite, cuando el capital variable se reduce al mínimo, cuando prácticamente no se pagan salarios, la explotación es infinita y entonces toda la renta es plusvalía y pasa a manos de los capitalistas, alcanzando su máximo en ese hipotético momento la masa de plusvalía, que nunca será superior a la renta. Lo decisivo es que, a la larga, la renta bruta desciende relativamente en proporción a la producción. En expresión de Lenin, “la renta disminuye a medida que crece la producción. Este es un hecho indiscutible” (ibid, p.p. 81). Para apoyar aun mas esta aseveración podemos añadir que “se gana más explotando un poco a muchos obreros, que explotando mucho a sólo unos pocos obreros en ese sentido se puede afirmar que dos obreros trabajando 12 horas diarias nunca podrán producir tanta plusvalía como 12 trabajando 2 horas cada uno. Marx llamaba a este fenómeno la segunda ley de la cuota de plusvalía, cuyo enunciado dice que no es posible compensar la disminución del capital variable aumentando la cuota de plusvalía”. (ibid, p.p. 82). Para ilustrar mejor como no es posible compensar la disminución del capital variable aumentando la cuota de plusvalía, supongamos un capital dado de 80c + 29v, con una cuota de plusvalía de 80%, la estructura de este capital arrojaría un valor del producto = 80c + 20v + 16p = 116, supongamos ahora que el grado de explotación aumenta al 100% y el capital constante a 90, elevándose con ello la composición orgánica de capital, en este caso el capital presentaría la siguiente estructura productiva, 90c + 10v + 10p = 110, es el valor del producto, lo que demuestra evidentemente un aumento de la capacidad productiva del trabajo social, pero a la vez una masa de plusvalía obtenida de 10, en definitiva, como podemos ver, como tendencia, la cuota de ganancia sólo depende de la composición orgánica del capital, porque al reducirse la masa de plusvalía necesariamente tiene que reducirse la cuota de ganancia. “La cuota de plusvalía sólo puede tener efectos sobre la cuota de ganancia a corto plazo. Llegado un punto, aunque la explotación de la fuerza de trabajo se intensifique poderosamente, la cuota de ganancia tiende a descender inexorablemente y desciende precisamente por las mismas razones por las que aumenta la explotación de la fuerza de trabajo. Esto es algo que los expertos economistas de la burguesía no pueden entender: la cuota de ganancia disminuye no porque disminuya la productividad del trabajo, sino precisamente porque aumenta”. (ibid, p.p. 83). Otra de las críticas fundamentales de Moszkowska contra la ley de la cuota decreciente de ganancia consiste en argumentar que si bien es cierto que la composición técnica de capital crece con el desarrollo de las fuerzas productivas, no sucede lo mismo con la composición en valor. La aplicación a la industria de los progresos técnicos no solamente economiza fuerza de trabajo y reduce su valor, sino también reduce el valor de los medios de producción, del capital constante. Precisamente el crecimiento de la composición técnica de capital que se da con el desarrollo de las fueras productivas, y que reconoce Moszkowska, significa ni más ni menos, que el aumento de volumen material de los elementos del capital constante, este aumento del volumen material del capital constante, por supuesto que compensa la reducción del valor de los medios de producción, o lo que viene a ser lo mismo, compensa la disminución del volumen de valor de éstos, es decir, el abaratamiento de los elementos del capital constante, traduciéndose en lo que ya decíamos más arriba, que una masa cada vez más creciente de capital muerto es puesta en acción por una masa cada vez mas decreciente de capital vivo. Pero la posición de Moszkowska también es insostenible, porque implica afirmar que el tamaño de las empresas no es cada vez mayor sino menor. No debemos perder de vista que La composición orgánica de capital no es una cifra absoluta sino relativa: aunque disminuyera el valor del capital constante, disminuye aún más el del capital variable por efecto de la ley de la productividad creciente. La tesis contraria de Moszkowska supone que la tendencia no es hacia la centralización del capital y que pueden ir desapareciendo el crédito y las sociedades por acciones. Por el contrario, según Marx, la caída de la cuota de ganancia ocasiona una concentración incesante del capital y, por consiguiente, un desplazamiento progresivo de los pequeños capitales, “el resultado al que tienden todas las leyes de la producción capitalista”. Son varios los errores en que cae Moszkowska en su intento de “depurar” el pensamiento económico de Marx, el primero es el considerar que el período de rotación, en lugar de disminuir, aumenta debido a la creciente importancia del capital fijo dentro del capital constante “Si bien esto es cierto, en realidad la innovación técnica implica una mayor y más rápida obsolescencia del equipamiento industrial. El <<desgaste moral>>, como lo llamaba Marx, acelera la circulación del capital fijo y éste es un fenómeno aún más importante que el anterior. El capital fijo se tiene que sustituir continuamente, dando lugar a un fenómeno de capital <<de usar y tirar>> y obligando a una elevada amortización que transfiere una mayor cantidad en concepto de desgaste de capital constante a cada mercancía producida. La superproducción de capital presiona continuamente para sustituir un capital en funciones desvalorizado por los nuevos capitales”. (ibid, p.p. 86). Un segundo error proviene de considerar (casi siempre de forma implícita) que las innovaciones técnicas son gratuitas y, en consecuencia, que el coste invertido en I+D (investigación y desarrollo) no se transfiere al capital constante. Para estos autores, el mercado de patentes, royalties y “know-how”, simplemente no existe o es tan barato como el aire y el agua que también necesitan las fábricas. Este pensamiento proviene, a su vez, de una circunstancia que ha sido hasta la fecha muy frecuente: la asunción por parte del Estado de toda o la mayor parte de los costes de investigación y desarrollo, lo que se viene denominando “sistema universidad-empresa. (ibid, p.p. 87). Igualmente errónea es la tesis de Moszkowska respecto a la negación de la sobre acumulación absoluta de capital. Partimos de que -no obstante la opinión de Moszkowska- la cuota de ganancia desciende y, sin embargo, a pesar de algunas falsificaciones vertidas al respecto, no se anula nunca. La sobre acumulación absoluta no surge en el momento en que la cuota de ganancia desciende hasta el punto cero, sino bastante antes; por tanto, aparece una sobre acumulación absoluta aún a pesar de que el capital sigue resultando rentable y se debe -como expuso Marx- a que el volumen de ganancias depende tanto de la cuota de ganancia como del volumen de la masa de capital acumulado con anterioridad. Un capital pequeño obtiene siempre un volumen de ganancias pequeño, aunque la cuota de ganancia sea muy elevada; por el contrario, los grandes capitales obtienen grandes ganancias, aunque su cuota de ganancia sea muy reducida: “Esto es lo que explica -decía Marx- por qué la masa de la acumulación puede aumentar aunque disminuya la cuota de ganancia” (ibid, p.p. 94). Según Marx se produce sobre acumulación absoluta cuando el incremento de capital produce la misma o menos masa de plusvalía que antes de su incremento y, por tanto, ya no es solamente que descienda la cuota de ganancia, sino que lo que desciende es la propia masa de ganancia, su volumen absoluto. Se siguen obteniendo rendimientos, pero menores que los anteriores, y aún así estamos lejos de una masa y una cuota de ganancias totalmente nulas. Como a pesar de la sobre acumulación absoluta se siguen obteniendo beneficios, la carrera de acumulación prosigue: “La masa absoluta de ganancia producida por él puede, por tanto, aumentar, y aumentar progresivamente, a pesar del descenso relativo de la cuota de ganancia. Y no sólo puede ocurrir esto, sino que, además -prescindiendo de fluctuaciones transitorias- tiene necesariamente que ocurrir donde quiera que impere la producción capitalista (...) Las mismas leyes de la producción y la acumulación hacen que, con la masa, aumente el valor del capital constante en progresión ascendente con mayor rapidez que la parte del capital variable, o sea, la del que se cambia por trabajo vivo. Por tanto, las mismas leyes se encargan de producir para el capital de la sociedad una masa absoluta de ganancia creciente y una cuota de ganancia decreciente”.(ibid, p.p.94). Las consecuencias de la sobre acumulación son, por tanto, paradójicas una vez más: “Un capital grande con una cuota de ganancia pequeña acumula más rápidamente que un capital pequeño con una cuota de ganancia grande. Por eso no existe superproducción relativa: porque la cuota de ganancia no influye, porque la superproducción de capital, basta enfocarla en términos absolutos”. (ibid, p.p. 94). La acumulación de capital ocasiona tanto un aumento de valor del capital, que es necesario conservar y reproducir constantemente, como un aumento de los valores de uso, “y en este aumento de los medios de producción va implícito el crecimiento de la población obrera, la creación de una población cortada a medida del capital excedente y que incluso rebasa siempre, en general, sus necesidades, es decir, las de una superpoblación obrera”. (ibid, p.p. 95). En consecuencia, la sobre acumulación no es relativa a la población obrera, no tiene vinculación con un supuesto déficit de mano de obra, porque “partiendo de esta base contradictoria, no constituye en modo alguno una contradicción el que el exceso de capital vaya unido al exceso creciente de población” (ibid, p.p. 95). La sobre acumulación de capital es el plano simétrico y opuesto a la superpoblación relativa: ambos fenómenos responden a las mismas causas y son complementarios, generando el desempleo del capital y el ocio de la mano de obra: “Esta plétora de capital -decía Marx- responde a las mismas causas que provocan una superpoblación relativa y constituye, por tanto, un fenómeno complementario de ésta, aunque se mueven en polos contrarios: uno el capital ocioso y otro el de la población obrera desocupada (...) No constituye ninguna contradicción el que esta superproducción de capital vaya acompañada de una superpoblación relativa más o menos grande. Los mismos factores que elevan la capacidad productiva del trabajo, que aumentan la masa de los productos-mercancías, que extienden los mercados, que aceleran la acumulación de capital tanto en cuanto a lo masa como en cuanto al valor, y que hacen bajar la cuota de ganancia, han creado y crean constantemente una superpoblación relativa una superpoblación de obreros que el capital sobrante no emplea por el grado bajo de explotación del trabajo en que tendría que emplearlos o, al menos, por la baja cuota de ganancia que se obtendría con este grado de explotación”. (ibid, p.p. 95). En pocas palabras hemos visto como Moszkowska nos presenta una versión remozada del subconsumo que ella misma resume de la forma siguiente: “Si la vieja doctrina busca lo causa de la crisis en la producción, la nueva lo hace en la distribución”. En resumen, la teoría del subconsumo y de la sobre acumulación relativa de Natalie Moszkowska es una negación total del pensamiento marxista y con ella arrastra su oposición a la ley del descenso de la cuota de ganancia: este descenso no sólo no es incompatible con la sobre acumulación sino que ambos fenómenos tienen la misma raíz: “La baja de la cuota de ganancia y la superproducción de capital obedecen a las mismas causas”. El Marx depurado de incongruencias por Moszkowska aparece irreconocible y desfigurado hasta rozar lo grotesco: hay una oposición total entre ambos. (ibid, p.p. 96).


4. Conclusión
Con el desarrollo del tema “dos teorías sobre de la crisis capitalista” que hemos llevado a cabo, consideramos que se da respuesta en parte a la preguntas que se tienen como claves dentro del eje temático 1 del IV Encuentro Anual del Bloque Marxista de Propaganda (BMP).
Sucintamente abordamos los fundamentos sobre los que se sostiene la teoría marxista de la crisis expuestos por Marx en la ley de la cuota decreciente de ganancia. En el punto 3, vimos los postulados de los distintos representantes de las teorías del subconsumo, así como su evolución, desde las de los románticos hasta las de los revisionistas contemporáneos que más han influido entre los militantes de izquierda en las diferentes épocas. Ahí mismo confrontamos los argumentos esgrimidos por románticos y revisionistas para apoyar sus teorías, con las tesis de Marx contenidas en “El Capital”, la mayoría tomadas del trabajo del compañero Mario Quintana, trabajo al que se puede acudir para ampliar la comprensión sobre las teorías del subconsumo visitando la pagina de los compañeros del gpm. Mención aparte merece la obra de Henryk Grossman “La ley de la acumulación y el derrumbe del sistema capitalista”, que juzgamos debe ser estudiada (por supuesto que nos incluimos) con cuidado y atención por quien se precie de ser militante comunista consecuente.
En cuanto a las consecuencias políticas de adoptar las teorías revisionistas sobre la crisis capitalista y actuar de acuerdo a esa visión, basta mencionar dos hechos para ver las dimensiones del desastre que esto ha provocado: por un lado el revisionismo imperante en la socialdemocracia europea se saldo con la bancarrota de la II Internacional, y la derrota de la revolución proletaria europea al termino de la I Guerra Mundial, particularmente la de la revolución alemana y la húngara. Y por el otro, la entronización del estalinismo en el Estado soviético, en cierta medida heredero de aquel revisionismo, contribuyo a la implantación de las teorías subconsumistas dentro del movimiento comunista internacional, dejando de lado los fundamentos teóricos del materialismo histórico para contemporizar con las corrientes pequeño burguesas adscritas al nacional populismo antiimperialista de fuerte tradición en Latinoamérica.
Respecto al trabajo que hoy se puede llevar a cabo, este debe girar en torno a lograr una mayor comprensión de la teoría revolucionaria, cada uno por su lado, pero también conjunta o colectivamente creando espacios como el IV Encuentro u otros, los cuales por principio de cuentas nos comprometen a intensificar y ampliar las relaciones ideológicas y políticas entre nosotros, a la vez que nos puede aproximar a otros grupos o individuos, que por su cuenta, después de un proceso de clarificación teórica, como por el que pasamos nosotros mismos ahora, hayan llegado a los mismos propósitos político-ideológicos, es decir, que tengan como objetivo, su participación en la revolucionaria por la victoria del socialismo.



Febrero de 2011 Moctezuma Escobedo

camilo mayta solis

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