EL PAPEL DE LOS SINDICATOS EN LA CRISIS DEL CAPITAL - posicion de OPOP

El objetivo de este artículo es demostrar cuanto de sustancial servicio tiene prestado, la estructura sindical, en la tentativa de superación de la crisis del sistema capitalista que ya se arrastra por más de tres décadas.
Ciertamente no es novedad para nadie, el papel que viene desempeñando los sindicatos y las centrales sindicales en el control de las luchas y de las huelgas que se extienden, en número cada vez mayor; y paralelamente, convirtiéndose, también más visibles los síntomas de la saturación que esas formas de organización presentan cada año.
En el otro lado de la cuerda, las llamadas contratendencias aplicadas por los capitalistas y sus gobiernos en todo el mundo para disminuir los efectos de la desbastadora crisis pasan necesariamente por ajustes en su fuerza de trabajo, por medio de las reestructuraciones en la línea de producción (toyotismo), además, es claro la búsqueda incesante por el lucro, o por lo menos, la administración este en niveles “aceptables”, de modo que su tasa de ganancia no venga a sufrir oscilaciones al punto de comprometer la lógica de la acumulación.

¿Y QUÉ TIENEN QUE VER LOS SINDICATOS CON ESO?
De esta forma, de antiguos instrumentos de lucha de los trabajadores, los sindicatos, se convirtieron en asociados fieles del empresariado y del gobierno. Esa asociación se desenvuelve estructuralmente en la medida en que los sindicatos vienen convirtiéndose en verdaderos administradores del capital, que son colocados a la cabeza de empresas privadas y/o estatales, de los fondos de pensión, de consejos de administración y en administradores de diversos fondos públicos y privados con gran poder económico y político. (como el FGTS o FAT, por ejemplo). Hacen de todo, menos dirigir u organizar la lucha del proletariado en busca de su emancipación.
Al contrario, cumplen el papel de sabotear esas luchas, igualmente las más genérales, intentando a todo costo encuadrar las huelgas dentro de un rito institucional del cual lanzan mano a todo año y en cada nueva campaña, haciendo acuerdos furtivos que son impuestos a los trabajadores y que tienen como mayores beneficiarios al estado y sus patrones.
Todavía, ese control y encuadramiento del modelo sindical no es nada reciente.
Desde la primera mitad del ciclo pasado, vimos ejemplos de esa política tradeunionista por el mundo. Aquí en el Brasil, la realidad no es diferente. El modelo sindical se desarrolló vinculado al Estado, fuertemente apoyado por la legislación Varguista* y por la tradición hegemónica del sindicalismo, desde el “Estado Nuevo”. En el periodo más reciente, presenciamos la incorporación del antes llamado “nuevo sindicalismo” a esa misma perspectiva, priorizando además incluso más el proceso de subsunción de las luchas de los trabajadores a la lógica del capital.
Libros fueron escritos sobre la absorción de los sindicatos por la lógica capitalista. En 1999, Armando Boito Jr., en Política Neoliberal Y Sindicalismo En Brasil, ya estudiaba la conversión de la actuación de los sindicatos en los años de 1990 en Brasil, destacadamente los más “avanzados”, como los de ABC paulista, bien como la CUT, entonces precedido por Vicentinho. Eran los tiempos de las Cámaras Sectoriales, tal vez el hecho pionero del actual modelo gubernamental de sindicalismo, que a la época, parodiase de sindicalismo de resultados, a la otrora afirmado por el supraeminente “peleguismo*”, los antecesores de la hoy fuerza sindical.

** Peleguismo.- Pelego es el término utilizado para designar el líder sindical de los trabajadores, representa al gobierno y los empleadores, que se erige como el "embanderado" de las relaciones entre el Estado y los trabajadores. El Pelego es uno que sirve como correa de transmisión entre el gobierno y los trabajadores, la elaboración de políticas del estado tiene mayor aceptación entre los trabajadores con la intervención del pelego. Peleguismo es el objetivo fundamental de la era de Vargas y muchos de sus predecesores, conscientes del papel cada vez más importante de la clase obrera, la política laboral de Vargas en este contexto, es decir, una clase de trabajo que deben ser controlados y subordinados a los intereses del Estado o, los "intereses de la Nación."